Home

IMG_0622 

Robert Devereux, segundo Conde de Essex

Para hablar de Robert Devereux (1566-1601) seguimos el trabajo de José Calvo Poyato, «El Robert Devereux de los historiadores», publicado en el Libro de la Temporada de ABAO, y en la página Web de ABAO-OLBE.

Como ya comentamos en nuestra anterior entrega, los amores de Isabel y Essex se enmarcan en el contexto de la Guerra Anglo-Española de 1585-1604, y en la Revolución Irlandesa de 1594 y la subsiguiente Guerra de Irlanda. María Estuardo había sido ejecutada en 1587, avivando el conflicto religioso, y el apoyo que ambos contendientes, España e Inglaterra, prestaron a los que eran los enemigos del otro:

  • Inglaterra apoyaba a los rebeldes holandeses y portugueses contra Felipe II, así como a los hugonotes franceses que combatían contra los católicos de Guisa, aliado de Felipe
  • España apoyaba a los rebeldes católicos de Escocia e Irlanda

En medio de estas guerras aparece en la corte Robert Devereux, segundo Conde de Essex, en 1584, con sólo 18 años, de la mano de su padrastro Robert Dudley, conde de Leicester, que se casó con su madre, Lettice Knollys, viuda de Walter Devereux, el 1er. Conde Essex. Robert era biznieto de Maria Bolena, la hermana de Ana Bolena. Se sospechaba que el verdadero padre de Robert era Leicester, que, desde luego, era notoriamente el amante y luego el esposo de su madre.

Robert Dudley, el padrastro/padre de Devereux, era el gran amor de la Reina, y desde luego uno de sus hombres de confianza. Participó, como uno de los jefes, en la flota que se enfrentó, con éxito, a la «Armada Invencible» en 1588 y murió en Septiembre de ese mismo año, lo que abrió definitivamente las puertas de la alcoba real a Robert Devereux, que contaba con 22 años, mientras la Reina ya pasaba de los 54. Se establece una relación muy desigual entre una Reina absoluta, en el otoño de su vida, enamorada de un joven seductor y ambicioso. Cada uno tenía lo que al otro le faltaba: ella tenía todo el poder y muchos años, él la juventud, pero ansiando el poder. Como era de temer, para ella Robert era mucho más que un capricho y para él la Reina era, sobre todo, la fuente del poder que ambicionaba.

Al menos al principio, Robert deseaba ser a los ojos de la Reina, algo más que un atractivo joven que la entretenía. Por eso se embarca en diversas aventuras militares, con poco éxito, y sin que la Reina tuviera conocimiento. Así acompaña a Drake en una expedición desastrosa a conquistar La Coruña y participará en otra a Francia, también sin éxito. El fracaso, que otros pagaron con su vida, le fue perdonado, porque podía más la mujer que la reina.

Para colmo, en los últimos años del reinado se establecieron dos bandos en la Corte: William Cecil, y su hijo Robert, pugnaban por el favor de la reina frente a los hermanos Bacon, Francis (el referente de la filosofía empírica) y Anthony, un experto en lo que hoy llamamos «inteligencia» (de hecho, él fue el que captó a Antonio Pérez y lo llevó a Londres, y me atrevo a decir que le ayudaba a propalar la Leyenda negra). Pues bien Robert Devereux se alió con los Bacon, en contra de los Cecil, padre e hijo, que eran los que manejaban el gobierno. Así Devereux se metió de lleno en la lucha de camarillas de la Corte.

Robert no cejaba en su intento de tener éxitos militares y por fin consiguió uno en 1596, al conseguir el mando de la Expedición que conquistó y saqueó Cádiz. Sin embargo, la Reina no estuvo del todo satisfecha, porque los beneficios económicos no fueron los deseados, y eso era muy importante para la Reina, a la que el dinero le importaba bastante. Robert Devereux no se recató en manifestar públicamente que la Reina era una desagradecida y que él tenía su cuerpo lleno de cicatrices que le habían producido los enemigos de la Reina, como canta en la ópera.

El joven favorito pisaba un terreno demasiado peligroso y así se lo hizo ver Francis Bacon. Pero Robert no le hizo caso y fue aún más lejos. Tuvo un enfrentamiento en el Consejo Privado, delante de todos, con la Reina, que se enfadó muchísimo; entonces el se levantó y le dio la espalda marchándose. La Reina le gritó:

Go to be hanged!!

¡Ve a que te ahorquen!

Sin embargo, la suerte y el amor, le salvaron una vez más, aunque sería la última. En 1598 parte hacia Irlanda, al frente de un ejército de 17.000 hombre,  para sofocar la rebelión de los católicos irlandeses, soportados por España. Essex, haciendo gala de su altanería, promete que vendrá con la cabeza de Hugh O’Neill, conde Tyrone y cabeza de la rebelión. Pero la campaña se convirtió en un desastre para Devereux, que definitivamente no tenía habilidades militares. Abandona la campaña y vuelve a Londres, como ya había hecho en el caso de Francia. Pero es que, además, había cerrado un acuerdo con O’Neill sin el conocimiento de la Reina. Fue arrestado en su propio domicilio.

En ese preciso instante comienza la ópera. En la realidad histórica el drama se convierte en tragedia cuando se descubre que el conde de Essex es el centro de una conjura para destronar a la Reina. «Devereux, el favorito a quién había consentido más errores y desplantes que a ningún otro hombre, había cruzado una línea que no le dejaba más opción…..Robert Devereux fue decapitado el 25 de febrero de 1601», según nos cuenta José Calvo Poyato en el trabajo citado.

Y para terminar esta entrega, veamos y oigamos a Robert Devereux, en la figura de Errol Flinn, en la película «The private life de Elizabeth and Essex» de Michael Curtiz, y en la voz del tenor Robert Ilosfalvy, en su aria Bagnato il sen di lagrime, cuando se entera que lo llevan al patíbulo, porque ¡¡YA NO HABRÁ PERDÓN !!

Elizabeth and Essex (Trailer)

Bagnato il sen di lagrime

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.