FEDORA, de Umberto Giordano
Dedicamos el séptimo Tema de este Curso a la ópera Fedora de Umberto Giordano, que fue la quinta que compuso este autor y también un gran éxito, sobre todo de público y menos de crítica, quedando, con ella, consolidado el éxito alcanzado con Andrea Chénier y Giordano convertido en uno de los grandes compositores italianos, situación que duraría hasta su muerte, en noviembre de 1948.
En nuestro Post anterior, el dedicado a Andrea Chénier, dejábamos a Umberto Giordano disfrutando de las mieles del triunfo de Andrea Chénier, que rápidamente se empezó a representar, con gran éxito, por todas partes. Sin embargo, Giordano no estaba dispuesto a «dormirse en los laureles« y su Editor y Productor, Edoardo Sonzogno, aún menos. Así que había que comenzar con la nueva ópera.
En 1885, siendo Umberto todavía estudiante, con apenas 18 años, tuvo la ocasión de ver a Sarah Bernhardt en el teatro Sannazaro, representando Fédora, la obra de Victorien Sardou. El joven Umberto quedó deslumbrado: la actuación magistral de la Bernhardt y el incisivo texto de Sardou lo subyugaron al extremo de atreverse a dirigirse a Sardou y solicitarle permiso para hacer una ópera. La respuesta de Sardou fue tajante: «On verra plus tard!«. Lógicamente el gran dramaturgo no iba a entregar su obra maestra a un desconocido estudiante del Conservatorio.
Once años más tarde, en 1896, se había producido el triunfante debut en La Scala de Andrea Chénier y Umberto Giordano comenzaba a ser muy conocido y apreciado. La presión de Sonzogno sobre Sardou tuvo éxito y concedió el permiso para que se hiciese una ópera a partir de su obra. Fedora sería la nueva ópera y se quería estrenar a comienzos de la temporada de 1898-99.
A partir de ese momento, Giordano, del brazo del poeta Arturo Colautti, se aplicó febrilmente a la composición de la ópera. El trabajo fue intenso y al terminar la partitura Giordano le escribió a su padre en estos términos:
Ho terminato queste lavoro faticoso, dopo quattro mesi di sacrifici e di tormenti. Ho lavorato, posso dirlo senza esagerazione, della mattina alla sera, senza mai un giorno di riposo. E’ inutile dirvi che sono contentissimo del lavoro nel quale spero moltissimo …«
El autor no tenía la menor duda de quién debía ser la protagonista: Gemma Bellincione, la que en 1890 había sido la primera Santuzza en Cavalleria rusticana de Mascagni. Una buena soprano, temperamental, y gran actriz verista. Una especie de Sarah Bernhardt cantante. Efectivamente sería la protagonista y cantaría este papel en diversos teatros en los años siguientes.
El problema es que se habían quedado sin el tenor que tenía que representar a Loris Ipanov. En efecto, en 1897 murió Roberto Stagno, el gran tenor, marido de la Bellincione y su partner habitual. La otra gran opción era Fernando de Lucia, pero tenía otros compromisos para las fechas previstas para el estreno de Fedora.
Así las cosas, Sonzogno encontró una solución: un joven tenor napolitano de 25 años, un tal Enrico Carusso. Giordano se quedó perplejo y la Bellincione, con suficiencia, sentenció: «Basterà che non guasti!«, porque ella pensaba que esta era una ópera para primdonna absoluta y ella lo era.
Pero Giordano creía en la importancia del papel de Loris. Decidió preocuparse personalmente en los ensayos del joven tenor y cuentan las crónicas que Giordano grababa los ensayos con un primitivo fonógrafo de cilindro para volverlos a escuchar con el cantante y poder corregir los eventuales errores.
El estreno en el Teatro Lirico di Milano, en la tarde del 17 de noviembre de 1898, transcurrió en un ambiente de entusiasmo creciente. Contrariamente a las previsiones de la Bellincione, los aplausos más calurosos fueron dirigidos al tenor Enrico Caruso, que tuvo que hacer un bis en su aria «Amor ti vieta«. Al final, Giordano fue llamado a saludar quince veces, y fue un gran éxito, aunque el mayor fue para Caruso. Borelli, el corresponsal de «Il pungolo» de Nápoles precisaba:
L’esecuzione fu ottima. Il tenore era il Caruso, festeggiatissimo, vero trionfatore della serata. Egli sbalordì per la potenza e la soavità dei suoni e per la squisita maestria del canto. La Bellincione si mostro splendida attrice.

Caruso siguió interpretando Fedora en los años sucesivos. Tuvo un éxito singular en Hamburgo, en enero de 1900, bajo la dirección de Gustav Mahler. También lo tuvo en Paris, en 1905, contando con la presencia y el entusiasmo de Victorien Sardou. Caruso hizo del papel de Loris Ipanov su caballo de batalla, con gran satisfacción del Maestro Giordano, que le escribía en estos términos el 12 de diciembre de 1906:
«Caro e grande Enrico, sento il bisogno di inviarti di mio pugno un grazie di tutto cuore. Sei stato e resterai sempre il più grande, il solo Loris; quindi immagina quale sia la mia felicità ogni qualvolta mi vedo eseguire l’opera di te, cosa che mi assicura il trionfo. Ti sono grato e ti abbraccio. Tuo Umberto Giordano«.
Síntesis de la Clase
En uno de los ENLACES de este Post se puede encontrar el PDF de la Presentación utilizada en la Clase on line, que, como siempre, está estructurada en diversos apartados que van cubriendo los distintos aspectos de la ópera en cuestión, como son los relativos al autor de la música y al del libreto, los personajes principales, sinopsis argumental, momentos musicales destacables, grandes intérpretes y valoración de la obra.
En este Tema hemos dedicado el Apartado 2º a la mítica actriz Sarah Bernhardt, que fue la primera Fédora en el teatro, ya que Victorien Sardou hizo para ella ese papel, que estrenó en 1882, en el Théâtre de l’Ambigu de Paris, siendo Loris Ipanov el entonces su marido, Aristide Damala, aunque su breve matrimonio se rompería al poco tiempo del estreno, lo que aún le daría mas interés, si cabe, a su actuación.
Sarah Bernhardt fue una maravillosa actriz y una mujer muy singular. Dotada de gran inteligencia y decisión, con una personalidad fuerte e indómita, se convirtió en la actriz mas importante de Europa y seguramente del mundo, en el periodo Fin du Siecle. Actuó en Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Rusia, Austria, Italia, Grecia, España, Brasil, Perú, Argentina, Chile, Egipto, Turquía e, incluso, Australia, en sus múltiples giras, y actuando siempre en francés.
A pesar de ser llamada «la divina Sarah» por su carácter excéntrico y caprichoso, la verdad es que trabajó en innumerables proyectos teatrales, demostrando un carácter perseverante, y una gran profesionalidad y dedicación a su arte. Fue, también, una de las primeras actrices que grabó su voz y que actuó en películas cinematográficas, del Cine mudo.

El estreno de Fédora, el 12 de diciembre de 1882, recibió las mejores críticas. A ese estreno pertenece la foto coloreada que se incluye. Por ejemplo, el crítico Maurice Baring dijo de su actuación:
Una atmósfera secreta emanaba de ella, un aroma, una atracción, que era, a la vez, exótica y cerebral … Ella, literalmente, hipnotizaba a su audiencia«
Skinner, 1967
La ruptura con su marido, Damala, le produjo importantes problemas económicos, porque había alquilado un teatro, L’Ambigu, que ella había reformado para producir obras de teatro en las que su marido fuese el protagonista. En esa primera temporada, Fédora se representó en 50 ocasiones en dicho teatro, pero perdió 400.000 francos. Sarah se vio forzada a dejar el Théâtre de l’Ambigou, y en febrero de 1883 tuvo que vender sus joyas, sus carruajes y sus caballos, en una subasta.
Al salir Damala de su vida, fue sustituido rápidamente por un nuevo actor y amante: Jean Richepein, que la acompañó inmediatamente a un tour rápido por varias ciudades europeas para conseguir dinero para pagar deudas. Así era la vida de la Bernhardt, con mucha gloria pero con bastantes problemas y dificultades.
Aristide Damala era un diplomático y gígolo griego, 11 años más joven que Sarah, guapo y bastante conocido por sus aventuras amorosas, la mayoría con mujeres casadas, que ya habían costado dos divorcios y un suicidio, cuando Sarah lo conoció en Paris a principios de 1882. El gobierno francés había solicitado, y conseguido, que Damala fuese trasladado de la Embajada griega en Paris a la de San Petersburgo.
Cuando Sarah conoció a Damala, ella estaba con Philippe Garnier, en aquella época su primer actor y su amante. Pero se encaprichó de Damala: le ofreció cambiar su puesto diplomático en San Petersburgo por uno de actor y amante, despidió a Garnier y se casó, inesperadamente y por primera y única vez en su vida, el 4 de abril de 1882, en Londres, aprovechando uno de sus múltiples tour. Preguntada por la razón de su boda, Sarah contestó que «se había casado porque era la única cosa que no había hecho nunca«.
La peripecia vital de Sarah Bernhardt, bien conocida por la alta burguesía parisina, impregnaba las primeras funciones de Fédora, obra que, en Sardou, tiene una carga erótica que Giordano y Colautti no incorporaron a la ópera. La Fedora de la ópera tiene una componente de amor maternal que, desde luego, no existe en la obra de teatro original.
Información adicional
A continuación se incluyen algunas informaciones y comentarios adicionales a lo explicado en la Clase correspondiente al Tema 7.
De la Fedora de Sardou-Bernhardt a la ópera de Giordano-Colautti
El argumento de la obra de Sardou y de la de Giordano-Colautti es esencialmente el mismo, y se basa en el devenir psicológico de la princesa Fedora Romazov, fascinante viuda, muy rica y ya no tan joven (unos 45 años), que al comienzo de la obra está a punto de casarse con el conde Vladimiro Adrejevic, el hijo del jefe de policía imperial y un auténtico vividor, por el que Fedora profesa un amor ciego, mientras que para él es simplemente un matrimonio por interés, para acabar con sus muchas deudas.
El asesinato de Vladimiro, al parecer a manos del conde Loris Ipanov, desencadena una serie de actuaciones en los ámbitos policiales y diplomáticos de San Petersburgo y Paris, donde Loris se ha refugiado para huir del arresto, todas ellas incentivadas por la propia Fedora, que ha jurado vengar a Vladimiro. Dentro de esa estrategia de venganza, Fedora decide enamorar a Loris para intentar sonsacarle y obtener las pruebas definitivas para detenerle y devolverlo a San Petersburgo. De esa forma ella cumpliría el juramento realizado ante el cadaver de Vladimiro.
Hasta ahí todo es esencialmente igual, pero desde ese punto empiezan los matices y las diferencias. Quizás la mayor es que el personaje de la obra de teatro tiene una fuerte motivación erótica, que la exalta, mientras que Colautti y Giordano jugaron la carta del amor espiritual, al extremo de que al final del 2º Acto de la Ópera, Fedora, apiadándose de la condición de exilado de Loris y, por tanto, alejado de los afectos familiares, le dice que «Un’altra madre tra le mie braccia hai tu«.
En cualquier caso, Colautti sigue fielmente el argumento de Sardou, aunque haya sintetizado los actos 3º y 4º de la obra teatral en el 2º de la ópera, mientras que 1º y 4º/3º se corresponden sensiblemente. La única licencia es que Colautti-Giordano decidieron localizar el tercer acto en los alrededores del lago Thun, rodeado por los Alpes berneses, mientras Sardou lo sitúa en Paris. Colautti-Giordano se permitieron esa licencia para aportar «couleur local», con el omnipresente Ranz de Vaches y la canción «La montanina mía non torna più«, acompañada de la fisarmónica (instrumento predecesor del acordeón), que suena al principio del acto 3º y vuelve a sonar en los últimos momentos, consiguiendo con ello un efecto «larmoyante» en la muerte de Fedora.
Terminamos este Post comentando los recursos musicales más modernos, en la época, de los que se sirvió Giordano, además de los «coup de théâtre» que tenían el objetivo de garantizarse la atención del público:
- La técnica de la reminiscencia melódica (leitmotiv), bien aprovechada, como «el juramento de Fedora», «el amor de Fedora por Vladimiro»
- La creación del atractivo del personaje de Fedora, especialmente en el Final, con su muerte de la manera más romántica posible.
- El aria «Amor ti vieta», que se culmina con el Intermezzo,
PENDIENTE DE TERMINAR
Excelente idea la de publicar estos artículos.
Les agradezco me envíen novedades y nuevas colaboraciones. Soy stagemanager en la Deutsche Oper Berlin y aquí falta la crítica de autores NO alemanes!
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