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IRIS, de Pietro Mascagni

Dedicamos el octavo Tema de este Curso a la ópera Iris de Pietro Mascagni, que fue la séptima que compuso este autor y la primera que hizo sobre un libretto de Luigi Illica, teniendo como editor y productor, en este caso, a Giulio Ricordi. Se estrenó en Roma, en el Teatro Constanzi, el 22 de noviembre de 1898, y tuvo una acogida desigual, mejor por los espectadores que por la Crítica, que, a su vez, estaba muy dividida, ya que mientras unos se declaraban admiradores enfervorizados, otros la consideraban rotundamente mal.

En lo que sí parecía haber consenso era en la apreciación negativa del libretto de Luigi Illica, que no gustaba a nadie, aunque su autor estaba muy orgulloso de él. Puccini, que asistió al estreno, que por cierto fue un gran acontecimiento, tanto social como musicalmente, decía que «ni el buen Dios habría podido sacar más partido (de ese libretto) … del que ha conseguido Pietro«.

La verdad es que esta ópera se separaba bastante de la tradición de ópera italiana imperante. Tanto Illica como Mascagni, que se acababan de conocer, querían hacer algo distinto y mejor, y en eso se pusieron de acuerdo rápidamente.

Luigi Illica era un hombre de pensamiento libre. Hijo de un notario próspero, había tenido una primera juventud bastante aventurera: había dejado los estudios, se había enrolado en un barco y había recorrido mundo. Cuando volvió a Milán, en 1882, con 25 años, fundó una revista literaria de inspiración republicana y, enseguida, empezó a escribir teatro y libretos de óperas.

Illica fue, seguramente, el mejor libretista de su época. Pero era muy inquieto e imaginativo, por lo que la colaboración con Giuseppe Giacosa, que era un gran poeta y un hombre tranquilo, le vino muy bien. Se repartían la tarea, de acuerdo a sus cualidades, y mientras Giacosa versificaba los diálogos, Illica se ocupaba de crear la dramaturgia, que es en lo que era mejor.

Mientras con Puccini y Giacosa (la Santísima Trinidad, como los llamaba Ricordi) el método de trabajo era muy riguroso, y todo se discutía una y otra vez, en la composición tanto con Mascagni como con Giordano, Illica gozaba de mucha mayor libertad, lo que solía producir menos rigor y, en algún caso, un grado de confusión notable.

Illica quería hacer algo diferente, como ya hemos dicho. Había conocido el Movimiento Simbolista, que había nacido en Francia y se empezaba a extender por Europa, y los escenarios exóticos le atraían muchísimo. Por tanto quería hacer una obra exótica y simbolista, pero al estilo italiano. Y así lo hizo y a Mascagni le pareció bien, al menos hasta que llegaron al desenlace. Mascagni no acababa de ver el final propuesto por Illica, y resolver ese punto les llevó casi dos años, necesitando alguna vez la mediación de Ricordi, que empezaba a desesperarse.

En cuanto a Pietro Mascagni, que aún no tenía 33 años al comienzo de la composición de Iris, su vida pasaba por una nueva etapa. A finales de 1895 fue nombrado director del Conservatorio Gioachino Rossini de Pesaro y estaba muy orgulloso de que, por fin, se le diese una consideración académica, a él que nunca se había llevado bien con la enseñanza reglada.

El caso es que Mascagni se tomó en serio su trabajo en el Conservatorio de Pesaro. Incluso, formó una orquesta con los mejores alumnos y daba conciertos y él mismo se desarrolló como Director de Orquesta. No estaba dispuesto a que le acusasen de ser un simple director de una Banda de Música, como había alguno que se había atrevido a llamarle en sus primeras épocas en Ceriñola.

Mascagni se tomó con mucho interés la composición de Iris. De hecho tardó más de 2 años, casi 3, lo que no había tardado con ninguna de las 6 óperas anteriores, ni tardaría con las posteriores. Estudió la música japonesa que pudo conseguir y se preocupó de todos los detalles.

Al llegar al momento de los ensayos y aproximarse el estreno, Mascagni estaba «como un flan«. Sentía una mezcla de ansiedad, miedo, ilusión y preocupaciones. Tuvo un enfrentamiento con el director que Ricordi había designado, contra su voluntad, que era un director importante, Edoardo Mascheroni, hasta que éste un día dimitió. Tampoco se llevaba muy bien con los cantantes, en los ensayos, porque consideraba que no le respetaban suficientemente, en especial Fernando de Lucia.

Muy cerca de la fecha del estreno, una semana antes, Pietro Mascagni «se rompió«. Un día no vino al ensayo, estaba en la cama y no quería levantarse ni ver a nadie. Tuvo que intervenir Ricordi y resolverlo, empleando toda su autoridad.

Mientras tanto, no había podido cumplir su contrato con Sonzogno, que le obligaba a estrenar una ópera nueva en la temporada 1897-98. Será Le Maschere, sobre un libretto de Illica basado en la Commedia dell’Arte. El contrato fue renegociado y se pospuso al 1900 la entrega de la nueva ópera, pero se había abierto una brecha entre los dos hombre y las cosas acabarían mal en poco tiempo, al resultar un fracaso la nueva ópera.

Por fin llegó la premier, la noche del 22 de noviembre. El Teatro Constanzi vestía sus mejores galas y asistieron diversas personalidades de la Política y de las Artes, entre ellas la reina Margarita, toda la aristocracia romana, el gran poeta Giosuè Carducci y también Gabriel D’Annunzio, el literato emergente ( que 6 años antes había llamado «director de banda de música» a Mascagni), y todo el mundo de la música: Puccini, Franchetti, Boito así como un buen grupo de invitados ilustres, entre ellos Siegfried Wagner.

Como hemos dicho, la reacción del público y la de la crítica fue desigual. Hasta el final del 2º Acto todo iba bastante bien, pero cuando empezó el Preludio Orquestal del 3º, la temperatura bajó y casi nadie entendía aquella música. Afortunadamente, el final, con la reaparición del Inno del Sol, permitió que el público estallase en aplausos.

Poco a poco Iris fue gustando cada vez más. Y se hizo su sitio en el Repertorio, al menos hasta finales de los años 20 del siglo XX.

Síntesis de la Clase

En uno de los ENLACES de este Post se puede encontrar el PDF de la Presentación utilizada en la Clase on line, que, como siempre, está estructurada en diversos apartados que van cubriendo los distintos aspectos de la ópera en cuestión, como son los relativos al autor de la música y al del libreto, los personajes principales, sinopsis argumental, momentos musicales destacables, grandes intérpretes y valoración de la obra.

El beso, de Gustav Klimt, Viena

En este Tema hemos dedicado el Apartado 2º al Simbolismo

PENDIENTE DE CONTINUACIÓN

Información adicional

A continuación se incluyen algunas informaciones y comentarios adicionales a lo explicado en la Clase correspondiente al Tema 8.

Sexo, violencia y simbolismo en la Iris de Mascagni

El argumento de la obra de Mascagni es una curiosa mezcla de Sexo, Violencia y Simbolismo, con algunos toques de exotismo, y el lenguaje musical que desarrolló Mascagni está acompasado a las necesidades que plantea un libretto de ese tipo. Vamos a examinar esas cuestiones a continuación.

PENDIENTE DE TERMINAR

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