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He tenido la oportunidad de ver una interesante película, de título original Florence Foster Jenkinsactualmente en distribución en Salas Comerciales, que tiene interés para cualquier aficionado a la música y muy especialmente para los aficionados a la Ópera, aparte de su innegable valor cinematográfico e interpretativo.

La película, dirigida por Stephen Frears ( Las amistades peligrosas (1988), Héroe por accidente (1992), La reina (2006), etc.) e interpretada por Meryl Streep, Hugh Grant y Simon Helberg, narra la historia real de una dama de la alta sociedad de Nueva York, Florence Foster (1868-1944), Mrs. Jenkins, y particularmente el último año de su vida, 1944, en el que vió cumplido su gran sueño: actuar, como Soprano de coloratura, en el Carnegie Hall, en un Recital a beneficio de los Heroes de la Guerra y cuyas consecuencias acabarían con su propia vida en  un mes.

Todos los personajes, tanto Mrs. Jenkins, como su «marido» St. Clair Bayfield, el joven pianista Cosme McMoon, y hasta Arturo Toscanini, existieron y fueron esencialmente como se nos muestra en la película. Y la particularidad de esta dama radica en que, aparte de una importante labor de mecenazgo que realizó sobre la vida musical y operística de la Ciudad de Nueva York, labor constatada y constatable, tenía una gran aficción a la interpretación y parece que no era consciente de sus limitaciones, importantes, y nadie se atrevía a ponerselo de relieve.

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Lo cierto es que la Sra. Jenkins era la hija única de una familia rica de Pensilvania. Gran aficionada a la música desde niña, poseía formación de pianista, y ya divorcida de su marido, el Dr. Jenkins, y habiendo heredado parte de la fortuna del padre, que murió en 1909, se trasladó a Nueva York y decidió dedicar el resto de su vida a la Música.

En Nueva York fundó y financió «The Verdi Club», una asociación de señoras de la alta sociedad con interés por la ópera, que ayudaba/sponsorizaba a diversos cantantes que aparecían por una Nueva York cada vez más importante, como parece que fue el caso de la gran Soprano francesa (de origen español) Lily Pons, entre otros muchos.

Mrs. Jenkins era el alma del Club Verdi y en la reunión anual estableció la costumbre de realizar una pequeña actuación en la que ella cantaba y aparecía con atuendos muy elaborados, muchas veces con alas y espumillón y descendiendo de una nube. Parece que su primera actuación fue en 1912 y las fue repitiendo cada año en los siguientes 30 años. Sin embargo estas actuaciones eran para un público muy restringido, en el auditorio del Hotel Ritz-Carlton de Nueva York, y todo se movía en un ámbito de amigos aficionados a la ópera.

En 1943, después de reponerse de un accidente en un taxi, que la película recoge, Mrs. Jenkins decidió «impulsar» su carrera como Soprano de coloratura para lo que contrató a un joven pianista de Texas (de origen mexicano), Cosme McMoon, para practicar en sus apartamentos, y además grabó, con él, nueve arias, en la firma Homophone Records, en discos de 78 r.p.m. Es de destacar que Homophone tuvo un gran éxito con esos discos, que nunca más igualó y que, algunos años más tarde, la firma fue integrada en la RCA, de la que era socio Joseph P. Kennedy, el padre del Presidente.

El repertorio de Mrs. Jenkins era una mezcla de arias de Mozart, Verdi y Richard Strauss, la «canción de la campana», de Lakmé de Leo Delibes, y «Clavelitos» de Joaquín Valverde. Ninguna de ellas, salvo Clavelitos, estaban al alcance de las habilidades vocales de la «pobre» Florence. Su «marido», St. Clair Bayfield, un comediante inglés con modales ingleses (una especie de Cary Grant), se ocupaba de que todo fuese bien, con absoluta devoción y dedicación, para que Florence Foster, que ya sobrepasaba los 75 años, pudiese darse un capricho inocente que, además, ella podía pagarse.

El problema vino cuando decidió actuar en el Carnegie Hall, con sus más de 3.000 localidades ocupadas totalmente. Como bien cuenta la película, el día anterior había actuado allí Frank Sinatra, importantísimo cantante en esa época, y no lo había llenado.

No voy a destripar más la película, que recomiendo ver. En cualquier caso, para terminar este Post me parece interesante destacar tres aspectos:

  1. La película es un retrato de una época de la música y de la ópera en Nueva York, una sociedad muy diferente de la europea
  2. Nos tiene que hacer pensar la poca capacidad crítica, de entonces y de ahora, y la relativa facilidad con la que se puede manipular una audiencia de aficionados incondicionales
  3. Y es admirable, dentro de rayar en la demencia, la capacidad de una persona, Florence Foster Jenkins, para llevar a cabo su ideal anhelado

Siempre nos quedará la duda de si Florence, que había tenido una vida personal complicada, era consciente de que en realidad  cantaba mal, extraordinariamente mal. Lo que si sabía es que había gente a la que no gustaba, pero fiel a su filosofía dijo en más de una ocasión:

La gente puede decir que no sé cantar, pero nadie podrá decir nunca que no canté

En el ENLACE puede encontrarse:

  • Trailer de la Película»Florence Foster Jenkins»
  • El documental «A World of her own»
  • El disco de 78 r.p.m. con el Aria de la Reina de la Noche, interpretada por Mrs. Jenkin
  • Idem con la «Canción de la campana» de Lakmé
  • La misma aria, interpretada por Maria Callas

Florence Foster Jenkins

 

 

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