Die Feen
Dedicamos el Primer Tema de este Curso a Die Feen, la primera ópera completa que compuso Wagner, habiéndola terminado en 1833, cuando apenas contaba 20 años de edad. Sin embargo, esta obra no se estrenó nunca en vida de su autor, sólo se interpretó su Obertura, en algún Concierto, y después de intentar estrenarla, por todos los medios, en Leipzig en la temporada 1834-35, decidió olvidarla y dedicarse a sus obras posteriores.
Síntesis de la Clase
En uno de los ENLACES de este Post se puede encontrar el PDF de la Presentación utilizada en la Clase, que está estructurada en diversos apartados que van cubriendo el índice típico que nos hemos propuesto en este Curso: 1º un capítulo de la vida de Wagner, 2º el contexto histórico, 3º algunas notas biográficas de los Directores wagnerianos más importantes, 4º referencias a los más afamados cantantes del Repertorio wagneriano, tanto antiguos como modernos y 5º la ópera propiamente dicha en la que centramos la Clase.
En esta ocasión, la época estudiada es el período comprendido entre el año 1813 y el 1833, que coincide con el tiempo comprendido entre el nacimiento, en Leipzig, de Wilhelm Richard Wagner (22 de mayo de 1813) y el término de la composición de Die Feen. Son sus años de niñez y juventud, en los que vivirá la orfandad de padre por dos veces (Karl Friedrich Wagner, su padre, muerto a los seis meses de su nacimiento, y Ludwig Geyer, su padrastro, que murió en 1821, tan solo 8 años después), y el tiempo de su formación, en poesía, drama y música, hasta que finalmente se afiance su vocación por la música.
En el apartado 2º, dedicado a la Historia de Alemania, nos extendemos más en el tiempo, ya que estudiamos el paso del Sacro Imperio Romano-Germánico, con sus problemas crecientes, hasta su desaparición en 1806, abolido por Napoléon, al auge del Reino de Prusia, que será el impulsor de la unificación alemana.
Respecto a la Galería de Directores wagnerianos, comenzamos con Hans Richter, un discípulo predilecto de Wagner y el primero que dirigió en Bayreuth Der Ring, que estrenó en 1876. Wagner lo consideraba el mejor, aunque le reprochaba la lentitud de sus tempi. En el Festival dirigió durante 12 temporadas: 7 dirigiendo El Anillo y 5 dirigiendo Maestros Cantores.
En cuanto a los Cantantes wagnerianos, hemos dividido el Apartado en dos, el 4º, que dedicamos a definir la Vocalidad wagneriana y los requisitos y cualidades que debe poseer el cantante para ser adecuado a este repertorio, y el 5º, dedicado a las Sopranos líricas, de las que analizamos dos históricas entre las más afamadas: Charlotte «Lotte» Lehmann y Elisabeth Grummer.
La ópera Die Feen (Las hadas)

Die Feen es una obra de juventud y no hay que juzgarla desde el conocimiento y la experiencia de las obras de madurez de Wagner, sino en comparación con lo que había a su alrededor, en 1833, o lo que le había precedido. Mirándola así, nos encontramos con una obra hermosa e interesante, muy alemana, heredera de Weber, pero también de Gluck, Mozart o Marschner, sin olvidar algunas referencias a la Grand Opéra francesa o a la Opéra comique, especialmente las de Auber.
Se trata de un «cuento de hadas«, con su punto de misterio y de tragedia gótica, basada libremente en La donna serpente, una obra de Carlo Gozzi, un acérrimo defensor del modelo toscano de los clásicos medievales (Dante, Petrarca o Bacaccio). Fue estrenada en Munich, el 29 de junio de 1888, con la oposición de Cosima Liszt-Wagner, quizás porque su difunto esposo había renegado de sus tres obras de juventud y ella compartía con él que estas tres obras desacreditaban la valía de sus obras maestras posteriores.
A pesar de la «bisoñez» de su autor, Die Feen ya presenta algunos atisbos de la «música del futuro«:
- La redención, tema recurrente en Wagner
- El misterioso extranjero/a al que no se le puede preguntar sobre algunas cosas (su nombre, su origen, etc.)
- Las largas exposiciones narrativas, que serán una de las «marcas de la casa» en Wagner.
Aunque algunos críticos de la época del estreno, en 1888, sólo le dieron a esta obra el valor de que anticipa algunos logros futuros, sin embargo otros consideraron que:
Parte de la escritura instrumental es exquisita y, especialmente en los dos últimos actos, hay ensambles y escenas con innegable fuerza y personalidad
John Rockwell – The New York Times
En cualquier caso, lo cierto es que los motivos recurrentes, asociados con personajes o situaciones, ya muestran una tendencia hacia lo que serán estas figuras musicales en el futuro, al mismo tiempo que, en muchos pasajes, Wagner encomienda a la orquesta que se ocupe de la melodía, mientras que las partes vocales son esencialmente declamatorias.
En su conjunción dramática y musical, el primer Acto es el más redondo y, en cambio, el tercero, resulta el peor, a pesar de los dos largos y difíciles monólogos del protagonista Arindal. El final del tercer Acto está bien construido musicalmente, pero su desarrollo dramático, con el desenlace de las tres pruebas (muy en el estilo de las de Die Zauberflöte de Mozart) se produce demasiado rápido y de manera excesivamente simple, sin poder transmitir la música todo el aliento dramático que late en el interior del argumento. Afortunadamente, la escena final, con la intervención del Rey de las Hadas, Arindal y el Coro, coronan satisfactoriamente esta ópera.
En resumen, una obra bastante correcta, digna de figurar entre las aportaciones de la música alemana al Romanticismo y que permite apreciar la incipiente genialidad del joven Wagner.
Información adicional
A continuación se incluyen algunas informaciones y comentarios adicionales a lo explicado en la Clase correspondiente al Tema 2.
Los primeros años de un futuro genio

Su madre, Johanna Rosina era una mujer con una educación muy por encima de lo normal, al haber sido protegida del príncipe Constantino de Sajonia-Weimar, que sufragó sus estudios en uno de los mejores colegios de Leipzig. Por otro lado, su padre, Karl Friedrich, que había estudiado Teología, aunque luego trabajase en la Policía, era un hombre afable, con un gran círculo de amigos y muy aficionado al teatro. Un amigo inseparable suyo era Ludwig Geyer, futuro padrastro del niño Richard, que era actor, pintor y poeta y que, esporádicamente, cantaba ópera y escribía comedias, de las que al menos una tuvo éxito y fue ensalzada por el mismo Goethe.
El pequeño Richard era el menor de 7 hermanos y se quedó huérfano de padre cuando sólo contaba 6 meses, al contraer su padre fiebres tifoideas como consecuencia de los deshechos putrefactos de la Batalla de las Naciones que se desarrolló en los alrededores de Leipzig. A los 9 meses de la muerte de Karl Friedrich, Johanna Rosina se casó con Ludwig Geyer, que era de su misma edad y que tuvo la valentía de asumir una familia tan numerosa, que él acrecentaría con otra hija, Cäcelie, que sería la hermana pequeña de Richard, la única de la casa menor que él.
Varios de los hermanos de Richard fueron artistas, en particular Rosalie, la hermana mayor, que fue una primera dama de teatro, Klara, que fue cantante y Albert, el mayor de todos los hermanos, que fue tenor y, en ocasiones, director de escena. Su tío Adolf, el hermano de su padre, era un intelectual serio, poeta, traductor y crítico, aunque demasiado prolijo y con poco brillo, a pesar de que había sido amigo de Ludwig Tieck y de E.T.A. Hoffmann, y en cuya biblioteca el joven Richard descubrió tesoros, como las obras de Shakespeare, que su tío le recitaba en largos paseos.
Por cierto que para Adolf Wagner el prejuicio sobre el mundo de la ópera, de los actores y del teatro era invencible y no le gustaba nada que Ludwig Geyer, al fin y al cabo un actor, se hubiese hecho cargo de los hijos de su hermano. Pero él, un hombre muy ilustrado y muy serio, pero con poco dinero, tampoco pudo hacer mucho por ellos, ni quiso hacerlo. Mas adelante, Richard se convertirá en un admirador de su tío Adolf, que, en 1824, a los 50 años, abandonó a su mujer y a su hija, y se casó en secreto, comenzando una nueva vida. Quizás Richard heredase algún gen de su tío, al menos el de la escritura prolija.
En la familia de Wagner, la música era como la doncella de la poesía y el teatro. Cuando nació Richard sólo existía una ópera que pudiera considerarse «absoluta», la ópera italiana. Sin embargo, cuando Carl Maria von Weber se instaló en Dresde, en 1817, en su puesto de Kapellmeister de la Deutsche Oper, se convirtió en amigo de Ludwig Geyer y el jovencito Wagner pudo conocerlo, y admirarlo, en el salón de la casa de sus padres, a la que venía invitado a cenar de vez en cuando.
Ludwig Geyer se tomó mucho interés por el jovencito Richard, de quien quería hacer un pintor y darle un oficio lucrativo. Sin embargo, Richard demostró ser bastante poco hábil con las artes plásticas. Lo que a él le gustaba era la poesía y el teatro y, al principio, tenía poco interés en la música. Desgraciadamente, Geyer murió en septiembre de 1821, y Richard volvió a quedarse huérfano de padre por segunda vez, con sólo 8 años.
Johanna Rosina era una mujer culta, lista y con gran sentido del humor, pero no era cariñosa con sus hijos, o al menos así lo sentía Richard, que se crió con poca salud, estaba muy delgado, no era alto y padecía erisipela, dolencia que le acompañó toda su vida. En su primera juventud podemos decir que tuvo carencias afectivas y complejos que, también, arrastraría el resto de su vida, en particular ciertas alteraciones del estado de ánimo que le hacían pasar de la euforia a la depresión.
De acuerdo a su propio testimonio, en su autobiografía Mein Leben, su primeras pasiones artísticas oscilaban entre Homero y la Tragedia Griega, las obras teatrales de Shakespeare, Goethe y Schiller, los cuentos fantásticos de E.T.A. Hoffmann y la música de Beethoven, seguidas, a cierta distancia de las óperas alemanas de Carl Maria von Weber.
Poco a poco se iba aficionando más a la música, después de haber comenzado estudios elementales de piano y mas tarde de composición y armonía. Su gran afición serán, en aquellos años, las obras de Beethoven, especialmente su música sinfónica, la Quinta, Séptima y, sobre todo, la Novena, de la que en el año de 1829, con 16 años de edad, hizo una transcripción para piano, su obra WWV 9, así como una copia manuscrita de la partitura completa.
Enseguida vendría el encuentro con Wilhelmine Schröder-Devrient, del que hablábamos en el Tema 1, que Wagner describió pero que no es seguro que ocurriese, como pasa con algunos otros acontecimientos que cuenta en sus relatos biográficos. Mas cierta parece la siguiente aparición en su vida de la Schröder-Devrient, esta vez en 1834, representando ella a Romeo en I Capuleti e i Montecchi, descrita con similar entusiasmo. En cualquier caso, la década de 1830 será definitiva en su vocación hacia la Música, y particularmente hacia la Ópera.
Entre 1829 y 1834, los dos momentos de su supuesta vocación hacia la ópera, con Wilhelmine oficiando de medium, lo cierto es que Wagner consiguió algo de formación musical de mayor nivel con Theodor Weinling, el Thomaskantor de Leipzig, años en los que también tuvo experiencias prácticas en el teatro, porque consiguió un trabajo como maestro répétiteur y asistente musical de su hermano Albert, el tenor y director de escena, en el pequeño teatro de Würzburg, durante el año de 1833. Comenzaba así la carrera del joven Richard, ya de 20 años de edad, con la composición de su primera ópera completa: Die Feen.
Ha sido una mañana deliciosa con este acercamiento a Wagner. Aún me encuentro poseída por él, y es lo primero!.
Además, como siempre haces, nos sumerges en el marco histórico de forma extraordinaria. Cuántos detalles que ayudan a comprender también, la historia presente,
Gracias Ricardo, no hay cómo devolverte este bien que nos haces.
Saludos a todos.
Amalia
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