La última Ópera Buffa italiana
En un viaje a Viena, a mediados de abril de 2017, pudimos asistir a una brillante representación de la obra maestra de Gaetano Donizetti, la ópera buffa en 3 actos, Don Pasquale, bajo la Dirección musical de Evelino Pidò y artística de Irina Brook, y con el siguiente reparto estelar:
- Don Pasquale: Michele Pertusi
- Ernesto: Juan Diego Flórez
- Malatesta: Adam Plachetka
- Norina: Valentina Nafornitã
Resultó bien, dada la categoría de la obra y los cantantes, aunque con una Puesta en Escena exótica, para mi gusto, a cargo de Irina Brook, que ha traído esta comedia al presente: Don Pasquale regenta un nightclub pasado de moda, y, según dice la propia Irina Brook, «Pasquale ha perdido sus clientes y sus camareros y ya sólo le queda un viejo encargado». Norina es una actriz, Ernesto también, y de poco éxito, y el doctor Malatesta, compañero de estudios de Ernesto, es un médico de medicina alternativa. Francamente, me cuesta entender qué aporta esa Puesta en Escena a las tradicionales.
Nuevamente asistiremos a un Don Pasquale, esta vez en la temporada 66ª de la ABAO y vamos a revisar los dos Posts que escribimos en aquella ocasión, completándolos con los otros dos Post que, entonces, se quedaron en el tintero (metafóricamente, hoy sería mejor hablar del disco duro).
Decíamos entonces, y ahora, que cumple, por tanto, escribir un poco sobre esta joya, con la que Donizetti prácticamente se despidió de la composición (fue su ópera antepenúltima) y además la Última ópera buffa italiana de la historia. Cierto es que después habrá algunas otras óperas cómicas italianas, como Falstaff, la última ópera de Verdi, o Gianni Schicchi de Puccini, o, incluso, Die schweigsame Frau (La mujer silenciosa) de Richard Strauss, pero ya no serán las clásicas óperas buffas, de cuya tradición e historia hablaremos en el próximo post.
En el otoño de 1842 Gaetano Donizetti, que ya frisaba los 45 años y era una celebridad, vivía en París y estaba involucrado en varios proyectos, después de haber sido nombrado Director Musical de la corte vienesa de Fernando I de Austria. Simultáneamente componía óperas para estrenar en París y en Viena, viajaba a los ensayos, (en diligencia, naturalmente), y de paso vistaba Nápoles o Milán, para algún ajuste de las óperas suyas que se representaban en San Carlo o en La Scala.
Ya había estrenado en París, con libreto en francés y con gran éxito, La fille du regiment (Opéra-Comique, 1840) y La favorite (Théâtre Opéra, 1840) y cuando el Empresario del Théâtre Italian, Jules Janin, le ofreció hacer una ópera buffa clásica, que el público demandaba, pues se mantenían en cartel allí obras de Rossini y otros compositores de ese género, Donizetti, trabajador infatigable, que había perdido a su mujer y a sus dos hijos y se había marchado de Nápoles, harto de los problemas de la Censura con su último estreno en San Carlo, (la ópera Poliuto), aceptó el encargo gustoso, porque además le ofrecieron el mejor reparto posible.
Se dice que Don Pasquale fue compuesta en 11 días. Quizás sea una exageración, porque sin duda aprovechó materiales melódicos que tenía ya compuestos. En cualquier caso debió ser una locura: se la encargaron el 27 de septiembre de 1842, el 23 de octubre Ruffini le entregaba el lbretto y el 3 de enero de 1843 se estrenaba en el Théâtre Italien, con un reparto espectacular:
- Don Pasquale: Luigi Lablache, bajo buffo, muy corpulento y muy admirado por su reciente papel de Riccardo en Puritani, de Bellini (1835)
- Norina: Giulia Grisi, soprano soubrette, que había sido la primera Elvira también en Puritani
- Ernesto: Giovanni Mario, tenore di grazia
- Malatesta: Antonio Tamburini, barítono lírico

Luigi Lablache, bajo buffo
Dada la premura de tiempo del encargo, Donizetti decidió utilizar un libretto de Angelo Anelli que ya había utilizado el compositor Stefano Pavesi para su ópera Sir Marco Antonio, (1810), estrenada 33 años antes en Milán. El poeta (libretista adaptador) fue Giovanni Ruffini, uno de los 4 hermanos Ruffini, todos patriotas italianos, que estaba refugiado en París. Sin embargo, en el transcurso de los ensayos se hicieron muchos cambios, la mayoría exigidos por los cantantes, (todos eran muy buenos pero también bastante divos) que provocaron que Ruffini no quisiera figurar en los carteles, por lo que se anunció como libretista a Michele Accursi (aunque realmente en el librito sólo aparece un enigmático M.A.), que no era otro que el Agente en París de Donizetti. Y es que, al parecer, los retoques del libretto los hizo el propio Donizetti, que era quien dirigía los ensayos, mientras también le daba los últimos toques a la partitura y al libretto.
El estreno fue triunfante. La obra fue un gran éxito de público y bastante de crítica. De hecho, en una carta Donizetti se declaraba «contentone» con el resultado. Sólo Heinrich Heine, que vivía en París en esa época, criticó a Donizetti:
Este italiano no quiere triunfar. Tiene gran talento, pero incluso es más grande su fertilidad, que sólo es sobrepasada por los conejos
El espléndido reparto también ayudó. El escritor y periodista Théophile Gautier se refería así a Luigi Lablache, vestido para la boda con su antigua ropa de gala, que se le ha quedado muy estrecha:
Como un escarabajo gigante que quiere desplegar las alas para huir volando, pero que no puede
A partir de su estreno, Don Pasquale emprendió una brillante carrera por los teatros del mundo: fue estrenada a lo largo de 1843 en La Scala, Viena, Londres y Bruselas. En Madrid lo fue el 8 de enero de 1845, en el Teatro de la Cruz, mientras que en Nueva York lo fue al año siguiente (1846) y en Sidney lo fue en 1854. Desde entonces nunca ha abandonado los Escenarios y, junto a Él elixir y Lucia de Lammermoor, son las obras más conocidas de Donizetti, al extremo de no haber necesitado la Donizetti’s Renaissance.
La alegría como expresión de lo humano
El gran Director Riccardo Muti es especialista en esta obra, que ha grabado con todas las Orquestas de las que ha sido responsable, y que fue también su primer éxito en Viena, siendo un director jovencísimo. Con motivo de la representación en Madrid, que él dirigió en el año 2013, dijo de ella lo siguiente:
Deja a todos con una sensación de esperanza, con una sonrisa o con una hermosa carcajada
También en esa ocasión, el Profesor Menéndez Torrellas decía de esta obra:
Una explosión de alegría estrenada lejos de la Italia de los colores sombríos de los dramas de Bellini y el joven Verdi
Pero lo cierto es que lo cómico de la obra es más bien su apariencia formal o superficial. Debajo late una dosis de realismo y crítica social, como elemento modernizador. Es una ópera buffa, con todos los elementos incluso de la Commedia dell’Arte, pero si la analizamos con finura vemos que, al igual que Don Quijote fue una parodia de los Libros de Caballería, Don Pasquale lo es de las Óperas Buffas italianas. No hubo más Libros de Caballería ni tampoco más Óperas Buffas.
A modo de ejemplo, citemos que el Ensemble del 2º Acto Ah! E rimastro là, impetrado, que es la conclusión de la escena de la boda, en la que llega por sorpresa Ernesto y se encuentra con que su amada Norina se está casando con su tío, y acaba siendo él uno de los testigos, y que formalmente es parecidísimo al Ensemble que finaliza el 1er Acto de El barbero …, puede verse fácilmente como una parodía de la escena de la boda de Lucia de Lammermoor, el famoso Ensemble Chi mi frena. Nadie mejor que Donizetti para reírse de sí mismo.
De la misma forma, en la Escena 4ª del 1er. Acto, será Norina la que parodie la escena de El elixir en la que Adina lee a los campesinos los amores de Tristano e la regina Isolota, cuando ella, que está leyendo una novela, se rie de los amores caballerescos, en la Cavatina Quel guardo il cavaliere.
Y es que el fondo de Don Pasquale es la crítica, en algunos momentos bastante despiadada, de los amores de los viejos locos hacia mujeres jóvenes. Este es un tema que ha sido tratado ampliamente en la literatura, en el teatro y en la ópera. Y se ha contado en términos trágicos, cómicos y hasta grotescos. Solamente en el ámbito de la ópera podemos citar ejemplos paradigmáticos:
- En términos trágicos: El rey Marke, en Tristan und Isolde, Hans Sachs, en Los maestros cantores, Felipe II, en Don Carlo. En los tres casos, la conclusión es la soledad de los viejos.
- En términos cómicos: Uberto, en La Serva Padrona, Don Bartolo, en El barbero de Sevilla, y el propio Don Pasquale. En todos ellos se ridiculiza la inflamada pasión del personaje, que no es consciente de que está fuera de la realidad.
Podríamos decir, poniéndonos un poco trascendentes, que el final feliz de la ópera, como corresponde a una Ópera Buffa, es incapaz de hacernos olvidar la triste soledad de Don Pasquale. Y rizando un poco más el rizo, cabe preguntarse si Donizetti, que en 1843 ya estaba bastante enfermo y acabando su carrera (muere apartado pocos años más tarde), ¿no será que intenta arrancarle al público una última sonrisa, antes de salir él de escena definitivamente?
Acabamos este post con un homenaje a este hombre vital, de casi 70 años, que quiere sentirse vivo y que no se le ocurre idea más descabellada que casarse con una joven. Lo que, por otra parte, le ha pasado a muchos hombres, en todas las épocas, incluso ahora mismo, siendo algunos de ellos bien conocidos y perseguidos por la prensa «rosa». Es Don Pasquale da Corneto, in carne ed ossa, cuando anuncia a su sobrino Ernesto: Io prendo moglie (voy a casarme). En el enlace siguiente podemos verlo y oírlo en ese dúo magnífico, en la interpretación de Ruggero Raimondi, en el papel de Don Pasquale, y Juan Diego Flórez en el de su sobrino Ernesto.