El largo «Camino de Perfección»
Desde el día 17 de diciembre de 2016 hasta el 3 de enero de 2017, con el paréntesis de la Navidad y el de la celebración del Sorteo Extraordinario de Lotería, hemos tenido la oportunidad, en Madrid (y en muchos otros sitios, gracias a la transmisión del día 23), de presenciar las 10 representaciones que el Teatro Real ha programado de Der fliegende Holländer, la 4ª ópera de Wagner y la 1ª realmente importante, a la que ya hemos dedicado un Análisis en Profundidad en este Blog, mediante la publicación de 4 Posts.
Se ha tratado de una Producción de la Opéra National de Lyon, en coproducción con la Bergen Nasjonale Opera, Opera Australia y la Opéra de Lille, bajo la Dirección Musical del Maestro Pablo Heras-Casado, la Dirección Escénica de Alex Ollé (de La Fura dels Baus) y con el Coro bajo la habitual Dirección del Maestro Andrés Máspero.
Ha habido 2 Repartos, habiendo sido cantados los 4 papeles principales por los siguientes cantantes:
El Holandés: Evgeny Nikitin (*) y Samuel Youn
Senta: Ingela Brimberg y Ricarda Merbeth
Daland: Kwangchul Youn y Dimitri Ivashchenko
Erik: Nikolai Schukoff y Benjamin Bruns
(*): Se ha dado la circunstancia de que Evgeny Nikitin ha estado indispuesto por lo que fue sustituido, en el canto y en alguna de las sesiones que le corespondían a su reparto, por el barítono alemán Thomas Johanes Mayer, aunque, como este último no había ensayado y no conocía la escenografía, Nikitin actuaba en el escenario y Mayer cantaba delante de un atril (Mayer ha cantado Der fliegende Holländer en Bayreuth en 2016, con Merbeth).
Yo tuve la oportunidad de asistir el día 29 de diciembre, con el 2º Reparto (que ha resultado el mejor). Lo elegí porque sabía que tanto Youn como Merbeth habían representado esta ópera, desde 2013 a 2015, en Bayreuth bajo la dirección de Christian Thielemann, lo que es una importante garantía. Youn comenzó en 2012, sustituyendo a Nikitin como consecuencia del «affaire de los tatuajes» (como es sabido, se dijo que uno de ellos parecía una cruz esvástica, lo que obligó a Nikitin a dejar el Festival y disculparse públicamente).
La primera impresión mia y, en general, de los asistentes a esa Representación del día 29, fue buena o muy buena. Un buen espectáculo y una gran noche de ópera. De entrada la obra es el Wagner más asequible y la puesta en escena de La Fura es espectacular y, desde el punto de vista estético, buenísima. De hecho, en la crítica que se hizo en la premiere de Lyon se señalaba que esta Producción es ideal para descubrir a Wagner, o, incluso, para descubrir la Ópera. Lo que en términos taurinos llamamos «hacer aficción».
Pero, tal como hemos titulado este Comentario, el «Camino de Perfección» es bastante largo y si bien nuestro querido Teatro Real se ha enmendado mucho y, actualmente, «escucha» al público y se preocupa por atraer a nuevos aficionados, esa primera impresión, buena o muy buena, conviene matizarla para, precisamente, seguir avanzando en dicho camino.
A continuación presento mis comentarios personales apoyados, en varios casos, por el Consenso de las opiniones de la Crítica publicada (El Pais, ABC, El Mundo y La Razón) o de medios digitales (Beckmesser, Codalario y Platea Magazine).
Dirección Musical del Maestro Heras-Casado
Para los que creemos que el Director de la Orquesta es el que realmente dirige la Ópera, casi todo lo bueno que pasa en el escenario es mérito principalmente suyo, y también casi todo lo malo es su demérito. Pues bien, Heras-Casado, que afrontaba su primer Wagner, salió bastante airoso del envite. Y así lo reconoce el Consenso de la Crítica.
Para mi, fue de menos a más y consiguió un 3er. Acto magnífico. De hecho, en la rueda de prensa de la presentación, Heras-Casado había declarado que una de las dificultades de esta obra, sobre todo interpretada sin interrupciones, es mantener el pulso y llegar al final sin tener a cantantes y orquesta extenuados, para lo que hay que dosificar el esfuerzo. Podemos decir que lo ha conseguido. Creo que cantantes y orquesta alcanzaron su climax en el Final, como él se había propuesto, y además esa era la intención de Wagner.
Sin embargo, este planteamiento conlleva, al menos, dos problemas:
- La Orquesta suena «demasiado domesticada», en frase de alguno de los críticos, lo que yo noté especialmente en la Obertura, donde ese problema se mezcla con una Escenografía que sobrepasa a la música
- Dirección demasiado «caligráfica» en los duos, en frase de otro crítico, lo que los hace algo lentos y, sobre todo, amordaza el «drama», que no fluye tan libremente como debiera
Algunos de los críticos (en eso no hay consenso total) ponen pegas a la Orquesta, que según ellos no tiene brillantez en la Sección de Cuerdas, lo que lleva a un predominio excesivo de los Metales. Yo no fui capaz de apreciarlo.
El Coro estuvo muy bien, especialmente en el 3er. Acto. Algunos han criticado la forma en que resolvieron el encuentro de los Marineros Noruegos, y sus chicas, con la tripulación del Holandés. A mi, personalmente, me gustó y me pareció uno de los momentos en que Cantantes, Orquesta y Escenografía trabajaron coordinadamente para potenciarse.
Los Intérpretes Principales
En el 2º Reparto, que es el que yo vi, hay dos auténticas joyas: la soprano alemana Ricarda Merbeth y el tenor, también alemán, Benjamin Bruns, en los papeles de Senta y Erik, respectivamente. Y así fue percibido por la inmensa mayoría del público y la crítica.
La Merbeth es una soprano wagneriana como debe ser (de «manual» la llama alguno de los críticos). Por otra parte, era lo que nos esperábamos, al menos yo. Creo que estuvo muy bien, sobre todo en el 3er. Acto, y bastante por encima del resto de los intérpretes.
Para mi, la sorpresa fue el tenor Benjamin Bruns, al que no conocía. Si se dice que Wolfgang Windgassen dignificó el papel de Erik, salvadas las distancias me atrevería a decir que Benjamin Bruns contribuyó a que el abismo que hay entre los papeles de Senta y Erik, que escribió Wagner, se acortase. Se trata de un tenor mozartiano, que canta con gusto, con una emisión blanda y lírica, y que aborda un papel dificil, en una tesitura complicada, como si no le costase nada. Se da la circunstancia de que Benjamin Bruns también ha cantado el papel del Timonel en el 1er. Reparto, con calificación positiva de la Crítica.
El Daland de Dimitri Ivashchenko me pareció correcto y el Holandés del coreano Samuel Youn formalmente bien, pero, a mi juicio, falto de caracter. No hay que olvidar que el personaje de El Holandés que dibuja Wagner es el de «un angel caido», un hombre de caracter, bastante altivo, que desafió a Dios para doblar el cabo de Buena Esperanza y que después de vagar por el oceano está bastante de vuelta de todo. De hecho, no se acaba de creer que Senta se entregue a él y esté dispuesta a serle fiel, y a la primera de cambio se marcha a toda velocidad (efecto muy conseguido, por cierto, en la Escenografía).
Es verdad que las comparaciones son siempre odiosas, pero cantantes como Hermann Udhe, Hans Hotter o Bryn Terfel, están mucho más cerca de esa imagen del Holandés que la que compone Samuel Youn, que, sinceramente, me resultó un Holandés edulcorado. La crítica lo ha puesto regular («medios vocales modestos, sonido desempastado, falto de mordiente, …»). Sin embargo, se le ve con oficio, formalmente correcto y, sobre todo, mejor que Nikitin, que parece que no ha estado bien, al extremo de no poder cantar y tener que ser sustituido.
La Dirección Escénica y la Escenografía
Hablar ahora de la originalidad y la belleza de las Escenografías de la Fura del Baus sería como descubrir el Mediterraneo. De todas formas, hay que insitir en que, estéticamente, lo que hicieron para Lyon, y ahora se ha trasladado a Madrid, es excelente. La proa del barco que vemos, con más de 10 metros de alto, el ancla enorme, la escala vertiginosa, la playa de arena, etc., son espectaculares y bellísimos. Y hay un montón de ideas escenográficas que me parecen interesantísimas: un sólo barco, con doble utilidad, un navío que se va desguazando poco a poco, etc.
También es excelente la tecnología de proyección. La tormenta de la Obertura es de tal categoría que hace palidecer a la música (como ya hemos dicho más arriba y eso es ¡mucho decir!). Y la proyección vuelve a emerger en el Final, componiendo una imagen impresionante de Senta en medio de las olas.
Pero, además, la Dirección Escénica en cuanto a Dirección de la Escenografía, tiene un mérito extraordinario porque es capaz de no abusar de los «efectos especiales» y es cierto, como dice Alex Ollé en su entrevista en el Programa de mano, que todo se hace para servir a la ópera y a su libreto.
Dicho lo anterior, que es todo bueno o buenísimo, llega el momento de ponerle algunos «peros», siempre constructivos y en el «Camino de Perfección» que está siguiendo el Teatro Real:
- «Pero» ideológico: Alex Ollé y La Fura quieren «descubrir, antes que nada, su pulsión profunda, su latido conceptual, …… los fantasmas del alma de la sociedad capitalista embarrancada en los escollos del siglo XXI«. Para mi es dudoso que haya que «actualizar» una obra de arte, pero no es aceptable que la actualización consista en «coger el rábano por las hojas» y hacer creer que la esencia de Der fliegende Holländer sea la venta de las hijas (Senta) por los padres (Daland). No, la obra de Wagner no trata de eso
- «Pero» dramático: la Dirección Escénica es mucho más que la Escenografía. Wagner creía que lo primero es el Drama y que la Música tiene que estar a su servicio (Oper und Drama, 1851). Y el Drama exige Dirección de Actores. A mi juicio, y al del Consenso de la crítica, la Dirección Escénica de la Fura se acaba en la Escenografía.
Afortunadamente, la idea de situar la acción en el puerto de Chittagong no tiene ningún efecto práctico negativo sobre el espectáculo operístico, con una escenografía visualmente impactante que pasa por encima de cualquier ideología. Por otra parte, el lbreto y la música suplantan eficazmente la falta de Dirección de Actores, y es que, como dice el propio Alex Ollé, «Wagner es siempre Wagner«.