UN RONDÒ FINALE PARA PRIMADONNE
Era una costumbre arraigada en el primer tercio del siglo XIX concluir una ópera con una scena, aria e cabaletta para la soprano protagonista, y esta forma compositiva se denominaba rondò finale. Esto permitía a las primadonne exhibir todas sus dotes dramáticas y musicales. La primera Elisabetta fue la soprano Giuseppina Ronzi de Begnis, bien conocida de Donizetti, por haber interpretado, entre otras de sus obras, Sancia de Castiglia y María Stuarda, y ser una gran intérprete de la Norma belliniana, después de la gran Giuditta Pasta.
Por tanto, Donizetti compuso para la Ronzi de Begnis un Rondò que permitiera su lucimiento y que cerrase esta ópera de las emociones y con gran contenido dramático, concluyendo magistralmente la trayectoria psicológica del personaje de Elisabetta. El Rondó se estructura en torno a los siguientes números:
- E Sara in questi momenti / Y Sara en estos momentos ….
- Vivi ingrato a lei d’accanto / Vive, ingrato, al lado de ella
- Che m’apporti? / ¿Qué me traes?
- Quel sangue versato / ¡Tanta sangre derramada!
El desenlace del argumento es este:
- Isabel espera, hasta el último momento, un signo de Roberto para salvarlo. Por eso se pregunta qué hace Sara que no llega con nada. Y es que ella ya ha perdonado a Roberto y está dispuesta a que viva al lado de su rival. Cuando llega Sara y Nottingham (¿Qué me traes?) ya es demasiado tarde. Suena el cañón, han ejecutado a Roberto. Loca de dolor y rabia, la reina le echa la culpa a Nottingham y Sara. Pero de pronto se da cuenta de que sólo sabe causar la destrucción y el dolor entre sus súbditos (¡Tanta sangre derramada!). Isabel abdica, confiando la corona a su sobrino Jacobo, rey de Escocia. Cae el telón.
Siguiendo el trabajo de Gloria Staffieri, Un drama con precisión de relojería, publicado por ABAO en el libro de la temporada y en su Web, podemos citar:
En el recitativo, la rápida alternancia de sus estados de ánimo viene subrayada por una serie de cambios de tempo musical ……… En el inicio del cantabile en el que Elisabetta se muestra dispuesta a conceder el indulto, las frases melódicas, en lugar de cerrarse en sí mismas, revelan un carácter expansivo, una tendencia al desarrollo continuo ………. En el tempo de mezzo, con la llegada de Sara, el descubrimiento completo de la traición y la última tentativa de salvación, la acción vuelve a correr y el tempo acelera nuevamente desde moderato a allegro y piu allegro, hasta que la salva de cañón anuncia la muerte del conde en un larghetto. Llegamos así a la terrible Cabaletta en un tempo maestoso ………
Detengámonos un momento en la terrible e impresionante Cabaletta. Es un prodigio musical y dramático. Sin duda ese tempo maestoso es uno de sus ingredientes secretos, así como el doble crescendo, que lo había inventado Rosssini (el famoso crescendo Rossini), pero que él usaba en sus largo concertato de un finale primo, como por ejemplo en el del Primer acto de El barbero. En las didascalias que Cammarano escribió para explicar cómo debía representarse la obra (y los Directores de Escena deberían limitarse a obedecerlas, antes y ahora), transfiere las reacciones de Elisabetta a un plano gestual y escénico más que verbal:
Elisabetta debe aparecer absorta y aterrorizada, con los ojos abiertos en el vacío, como si contemplará una visión horrible. Luego se deja caer sobre un sofá, besando el anillo que pertenecía a Essex.
En la LR de YouTube incluida al final de este post puede verse la interpretación de este Rondó por las principales especialistas en esta ópera, que son las siguientes:
- Leyla Gencer, que fue la gran descubridora de esta ópera que se había dejado de representar, y que la grabó la primera, en 1964
- Beverley Sills, la segunda que la grabó y representó
- Montserrat Caballé, de la que hemos recogido el Finale del Liceu, en 1968, y otro de 1977
- Mariella Devia, en el Teatro Real a principios de octubre
- Edita Gruberova, en 1990 y en 2012
- Katia Ricciarelli, en San Carlo en 1987
- Raina Kabaivanska, en una interpretación de finales de los 80
- Y el final del Finale: 11 grandes sopranos en los últimos compases del Quel sangue versato, cantando el Re5 escrito por Donizetti.
Entre 1964 y 1979, Leyla Gencer, Beverley Sills y Montserrat Caballé fueron las tres reinas de esta ópera. Desde entonces, y hasta 1990, fueron Katia Ricciarelli y Raina Kabaivanska las que tomaron el cetro, para pasárselo a Edita Gruberova, que la ha grabado 6 veces en 15 años, y que la ha cantado este mismo año, a pesar de su edad. Y nos queda Mariella Devia, con su madurez espléndida, que sigue siendo capaz de cantar las tres reinas del ciclo Tudor en una temporada. Otro día le dedicaremos un post a Mariella y a Gregory Kunde, dos ejemplos de cómo se puede mejorar con la madurez.
Es difícil decir quién es la mejor. Quizás Gencer, quizás la Gruberova del 1990, muy notable Mariella en el Real. Desde luego Caballé lo hace muy bien, pero puede ser que actúe menos que las demás. Y es que en este Finale la actuación, como escribía Cammarano, es fundamental. Si nos fijamos en las últimas representaciones de la Gruberova, las de 2005 (Múnich) en adelante, la voz de Edita ya no es más que la sombra de lo que fue, conserva bastante bien los agudos, también las agilidades, pero el registro central y el bajo han decaído mucho. Pero, actúa con tal convinción y realismo, «se lo cree tanto», que es de verdad impresionante. Para mí su actuación es muy parecida a lo que debió ser el declive de aquella reina, que, al final de su vida, constató que había fracasado como mujer y como reina, exclamado «¡No reino! ¡No vivo!»