«Nabucco è il principio della mia carrera artistica» (Giuseppe Verdi)
Comenzamos la serie de post que vamos a dedicar a esta ópera, la tercera en la carrera de Verdi y que, como él mismo decía, en las palabras que prologan esta entrada, es el verdadero principio de su carrera artística.
En efecto, Verdi había debutado, con éxito, en noviembre de 1839 en el Teatro alla Scala de Milán, a la edad de 26 años, con Oberto, conte di San Bonifacio, y el empresario Merelli había puesto mucho interés en él. Al año siguiente, septiembre de 1840, había estrenado, también en La Scala y por encargo de Merelli, Un giorno de regno, ossia il finto Stanislao, dramma giocoso, que fue un completo fracaso en la noche del estreno, y que lo sufrió Verdi en primera persona, pues estaba en el foso de la orquesta. La Scala canceló el resto de las representaciones programadas y no repuso la obra nunca más hasta el año 2001.(Por cierto que hemos podido asistir a una representación de esa ópera en 2012 y parece muy injusto el trato que le dieron en 1840, ¡tiene una música preciosa!).
Así, pues, en 1841 Verdi estaba desanimadísimo, por esas circunstancias artísticas, y sobre todo por sus circunstancias personales: con 27 años se acababa de quedar viudo, al morir su esposa Margherita Barezzi, la hija de su protector Antonio Barezzi, así como los dos hijos, Virginia Maria e Icilio Romano, habidos del matrimonio con Margherita. Como él mismo cuenta, había decidido dejar la ópera, volverse a Busseto, y rehacer su vida. Mientras tanto estaba deprimido, viviendo en Milán en un cuarto alquilado y mataba el tiempo leyendo todo tipo de «novelones».
El origen de la composición de Nabucco está documentado en tres relatos diferentes y concordantes, hechos por el propio Verdi a sus interlocutores:
- Narración de Verdi a Julio Ricordi, el 19 de octubre de 1879, recogida en 1884 por Arthur Pugin en su libro «Histoire anecdotique de sa vie et des ses ouvres»
- Narración de Verdi a su amigo Opprandino Arribavene en una carta
- Libro de Lessona «Volere è potere» (1869) que dedica un capítulo a cada una de las regiones italianas, dedicando a Verdi el capítulo de la Emilia Romagna
En todos ellos se cuenta lo mismo: una noche de principios de 1841, en medio de una gran nevada, Verdi se encontró con el empresario de La Scala, Bartolomeo Merelli, que lo «arrastró» hasta su despacho en el teatro y le entregó un libreto, de Temistocle Solera, para que lo mirase y le dijese si se podía componer una ópera sobre él. Verdi no quería ni miralo, pero Merelli le obligó a llevárselo, metiéndoselo en el bolsillo del abrigo. Ya en su casa, Verdi sacó el libreto y poco menos que lo tiró, pero al caerse se abrió por una página en la que podía leerse:
Va pensiero sull’alli dorate
Era el principio del Coro de los Esclavos hebreos. Verdi no quiso leer más y se acostó, pero no pudo dormir. Al día siguiente leyó el libreto completo y le contestó a Merelli:
È un libretto musicabilissimo
Ni que decir tiene que Merelli le encargó la ópera para estrenarla en la temporada de Cuaresma del año siguiente, 1842, por ser una ópera de tema bíblico. Verdi intentó resistirse, pero fue en vano. En marzo de 1842 se estrenaría en el Teatro alla Scala y con un gran éxito.
Hasta aquí la leyenda. Lo que es cierto, sin duda, es que el libreto de Solera impresionó a Verdi, por tres razones principales:
- Por el tono bíblico del relato. Verdi era lector habitual de la Biblia y, por ejemplo, reconoció enseguida que el Coro del Va pensiero está inspirado en el Salmo 137
- Por la dimensión hiperhumana del relato
- Por la relación paterno-filial que se desarrolla entre Nabucco y sus hijas Abigaille y Fanena, que será un tema recurrente en gran parte de su obra
Sin embargo, Verdi tardó otros 5 meses en comenzar la composición. Comenzó por el final, por la escena de la muerte de Abigaille, que luego se suprimiría, y cuando tuvo el color y el tono de la ópera, entonces sí volvió a componer con entusiasmo y en 3 meses estaría terminada Nabuccodonosor, que es como se llamó, aunque desde el primer momento se abrevió a Nabucco.
El libretto de Temistocle Solera (1815-1878) está basado en la Biblia y en la obra de teatro Nabuchodonosor de Francis Cornue y Anicète Bourgeois, así como en un Ballet de Antonio Cortesi, estrenado en La Scala en 1838 y cuyos decorados se emplearon en el estreno de la ópera, el 9 de marzo de 1842, y en las 56 funciones que siguieron.
Temistocle Solera ya había colaborado con Verdi en su primera ópera, Oberto, conte di San Bonifacio, y era un personaje bastante pintoresco. Hijo de un nacionalista, detenido por los austriacos, tenía una buena formación literaria y musical, así como en el arte de la esgrima, y fue novelista, libretista de ópera y director de orquesta, pero era un hombre inquieto y aventurero, además de nacionalista como su padre. Como curiosidad podemos destacar que se instaló posteriormente en Madrid, llegando a ser amante y consejero de Isabel II, y director del recién creado Teatro Real, embajador en Lisboa y probablemente espia. Parece ser que desarrolló labores de mediación entre el Conde de Cavour, Primer Ministro de Vittorio Emanuele II de Saboya y el emperador Napoleón III de Francia.
La obra es una Tragedia Lirica en 4 actos que, según una moda de la época, adoptan nombres novelescos:
- Jerusalén
- El impío
- La profecía
- El ídolo
Los personajes principales, sus tesituras y los intérpretes del estreno son los siguientes:
- Nabucco, rey de Babilonia, Barítono, interpretado en el estreno por Giorgio Ronconi
- Abigaille, antigua esclava y supuestamente hija de Nabucco, Soprano Spinto o Dramática, interpretada en el estreno por Giuseppina Strepponi, futura compañera y esposa (desde 1859) de Verdi
- Fenena, hija de Nabucco y enamorada de Ismael, Soprano o Mezzo
- Ismaele, sobrino del rey de Judá, anteriormente embajador en Babilonia donde se enamoró de Fenena, que luego le siguió a Jerusalén, Tenor
- Zaccaria, Sumo Sacerdote de Jerusalén, Bajo, interpretado por Prosper Derivis
- Sumo Sacerdote de Baal (en italiano, di Belo), Bajo
Los papeles protagonistas, desde un punto de vista vocal, son los siguientes y en este orden:
- Abigaille, que requiere una voz de soprano grande, incisiva en los agudos, con capacidad para las agilidades y suficientemente cálida para trasmitir sentimientos
- Zaccaria, bajo profundo que Verdi ve como un profeta clarividente y al que dedica 3 arias importantes
- Nabucco, rol protagonista bastante lucido
Respecto al papel de Abigaille debemos decir que está escrito en una tesitura endiablada, que le ha dado fama merecida de mata-sopranos. La primera víctima fue la mismísima Strepponi, su primera intérprete y futura esposa de Verdi. Era una buena soprano lírica-ligera, especializada en el repertorio de Rossini, Bellini y Donizetti. Cantó Nabucco en 1842 y a los dos años se tenía que retirar con sólo 30 años de edad. También sucumbió al papel la magnífica Anita Cerquetti, soprano de los principios de los 50’s del siglo XX, y que también se tuvo que retirar a los 31 años, a los dos de debutar como Abigaille en La Scala sin estar suficientemente preparada. Joan Sutherland y Leontyne Price nunca quisieron cantar el papel.
Maria Callas hizo de este papel uno de sus caballos de batalla, existiendo una grabación en vivo de 1949, bajo la dirección de Vittorio Gui en el Teatro San Carlo de Nápoles. Incluimos su aria principal en el ENLACE del final de este post.
Como ya hemos dicho, la ópera fue un éxito rotundo y tuvo más de 75 representaciones en 1842. Sin embargo se quedó en el olvido y no se volvió a representar en La Scala hasta 1951, con motivo del Cincuentenario de la muerte de Verdi.
Aunque es una ópera inspirada en la tradición musical italiana y muy especialmente en Rossini, y en particular en su Moisè (más aún en la versión francesa de esa ópera, que se tituló Moïse et Pharaon), sin embargo ya se ven en ella algunas muestras de los que va a ser Verdi, como la Preghiera de Zaccaria o el uso del Coro como un verdadero personaje individual.
Respecto al «otro» papel del Coro, su rol político o, incluso,de agitación de masas, hablaremos en el Tercer post de esta serie. No cabe duda de que ese aspecto también contribuyó al éxito de esta ópera y a la carrera de Verdi, aunque en cualquier caso Verdi habría alcanzado el éxito por sus exclusivos valores musicales y dramáticos.
A partir de Nabucco, Verdi entra en un camino de grandes éxitos, sobre todo desde Ernani, así como de muchísimo esfuerzo, en lo que constituyeron los «años de galeras», como él llamó al periodo de 12 años en el que compuso 17 óperas. No será hasta después de 1852 cuando Verdi pueda tener la tranquilidad suficiente para elegir sus obras y componer las que constituyen su periodo de madurez.
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